miércoles, 10 de noviembre de 2010

UNA MÁQUINA DIABÓLICA: "EL TURCO"

Y HASTA NAPOLEÓN FUE VÍCTIMA DE ÉSTE INVENTO...
(Extracto del blog "Me mola el Ajedrez")

El Turco

Desde que el hombre utiliza máquinas, ha intentado inventar una que jugase bien al ajedrez. Siempre se ha pensado que cuando una máquina, un ordenador, pudiese razonar como razona un humano durante una partida, ésta será perfecta.

Esa empresa es harto complicada y de hecho hasta los años noventa del siglo XX no se consiguió que un ordenador llamado Deep Blue ganase a un Campeón del mundo.

Sin embargo, en 1769 un ingeniero llamado Wolfgang von Kempelen cronstruyó un autómata (una máquina que simula un comportamiento humano o animal) que jugaba muy bien al ajedrez. Era una mesa manejada por un maniquí con un brazo mecánico, en cuyo interior estaba la maquinaria que decidía las jugadas y lo ponía en marcha.

Su creador llevó al Turco por buena parte de Europa, de exhibición en exhibición, y la máquina ganaba convincentemente todas las partidas que jugaba.

Incluso el mísmisimo Napoleón Bonaparte, Emperador de Francia, conquistador de media Europa y gran aficionado al ajedrez, no pudo resistir la tentación de jugar una partida con el prodigioso Turco. Napoléon era un gran estratega militar pero un ajedrecista mediocre y perdió.
Pero... ¿No era un poco extraño que en aquella época, que no había ordenadores, ni coches,ni bombillas siquiera, una máquina pudiese jugar al ajedrez?

En efecto, era muy raro. Resultó que en su interior se escondía una hombre que jugaba muy bien al ajedrez y manejaba el brazo mecánico. ¡Era un engaño!, ¡una trampa!

¿Os imagináis la cara que pusieron sus víctimas? ¿El enfado, gritando en francés, de Napoleón?
Mejor no pensar en eso y quedarnos con la imagen de ese brazo mecánico realizando jugadas buenísimas.
 

             Tal era la pasión de Napoleón por el ajedrez que aceptó desplazarse a Viena para jugar con el famoso Autómata (El autómata, también llamado "El turco"). La fama de este artilugio se había extendido por toda Europa y muchos fueron los que creyeron que podían vencer a esta máquina infernal... aunque muy pocos lo consiguieron.
             'El turco' fue creado por Wolfwang Von Kempelen (científico eslovaco), aunque fue cambiando de amo a lo largo de los años. Napoleón conocía la fama de la máquina (hasta Edgar Allan Poe había escrito sobre ella en "El jugador de ajedrez de Maelzel") y no pudo resistirse a jugar con ella varias partidas (perdiendo todas).

             En el  dibujo se puede apreciar la apariencia de la máquina. Por dentro estaba llena de cables y su autor sostenía que funcionaba a base de campos magnéticos. Varias eran las opiniones a este respecto: se decía que funcionaba a base de unos hilos invisibles, otros aseguraban que era un pacto de su creador con el diablo, pero la opinión más extendida, y la menos estrambótica, es que  dentro de la máquina había un jugador que movía las piezas.
             Napoleón jugó tres veces con "El turco" y perdió las tres partidas, pero lo que no sabía es que en realidad había perdido con Johann Allgaier (fuerte jugador de la época). Tras la 3ª derrota, Napoleón perdió el dominio de si mismo y golpeó el tablero haciendo que todas las piezas se desparramasen por la habitación. 
             Lo que Napoleón ignoraba es que sus adversarios conocían su afición por el ajedrez y habían decidido tenderle una trampa con la intención de apresarle mientras jugaba contra el autómata. Esa era la razón por la que fue invitado a Viena para disputar las 3 partidas, aunque el plan fracasó y el Emperador logró huir de la ciudad sin ser apresado.
             Otros personajes famosos fueron derrotados por esta máquina diabólica: el duque ruso Pavel, Federico II de Prusia y Catalina II.

Ahora dejamos al autor del libro referido al autómata:

La Vida y Época de la Famosa Máquina Jugadora de Ajedrez del Siglo XVIII
por Tom Standage
Prólogo:
A
utomatización (de aytoz, - por sí solo, y mav, control): una máquina de movimiento propio, o una en la cual el principio del movimiento esta contenido dentro del mismo mecanismo.  De acuerdo a esta descripción, los relojes de pared, relojes de pulsera y todas las máquinas de clase similar, son autómatas; pero la palabra se aplica generalmente a artilugios que simulan por un tiempo los movimientos de la vida animal.
                                                                    
-Encyclopædia Britannica, 11va edición (1911).
En un día de Otoño de 1769, Wolfgang von Kempelen, un sirviente civil Húngaro de 35 años, fue convocado a la Corte Imperial en Viena por María Theresa, Emperatriz de Austria - Hungría a ser testigo de la actuación de un visitante Prestidigitador Francés.  Kempelen era un versado en física, mecanismos e hidráulica y era un siervo de confianza de la Emperatriz. Ella lo había invitado por capricho porque quería ver lo que podría hacer un experto en asuntos científicos de los trucos del Francés.  Sin embargo, tal actuación hizo cambiar el curso de la vida de Kempelen. Desató una cadena de eventos que lo condujeron a construir una máquina extraordinaria: un hombre mecánico, vestido con un atuendo oriental, sentado detras de un gabinete de madera y capáz de jugar al Ajedrez.
 
En aquellos tiempos, el elaborar juguetes mecanicos era una forma popular de entretenimiento en las cortes de Europa, aunque la tecnología que ellos plasmaban daba mucho a que desear.  Así pues, Kempelen intentaba hacer de su máquina jugadora de Ajedrez algo mas que divertir a la corte y avanzar en su carrera al impresionar a la Emperatriz.  Pero en vez de eso, su autómata inesperadamente se remontó para lograr una fama extensa a través de Europa y América logrando para Kempelen ambos triunfo y desesperación.
Durante su carrera de 85 años, al autómata se le asoció con un gran número de figuras historicas que incluyen Benjamin Franklin, Catalina la Grande, Napoleón Bonaparte, Charles Babbage y Edgar Allan Poe. Fue sujeto de numerosas historias y anécdotas e inspiró a muchas leyendas y fábulas sinceras, de las cuales muchas de ellas nunca serán conocidas.  El jugador de Ajedrez fue, de cierto, destinado a ser el autómata mas famoso en toda la historia. Y por un lado, el tabajo de Kempelen ayuda inconcientemente al desarrollo del telar, el teléfono, la computadora y el cuento del detective.
A los ojos modernos, en una era en la que se requiere una supercomputadora para derrotar al Campeón del mundo, parece obvio que la máquina jugadora de Ajedrez de Kempelen tenía que haber sido un truco - no un verdadero autómata del todo sino un artilugio que actuaba bajo un fraudulento control de un operador humano, algo así como un títere bailando con unos hilos.  ¿Como, después de todo, pudiese haber sido posible construir una máquina jugadora de Ajedrez genuina usando trabajo de relojería del siglo XVIII y tecnología mecanica?  Sin embargo durante el siglo XVIII autómatas de ingenuidad extraordinaria se estaban construyendo y exhibiendo a través de Europa incluyendo el pato mecánico de Jacques de Vaucanson, el toca-Clavicornio de Henri - Louis Jaquet-Droz y la Dama bailarina de John Joseph Merlin.
Dispositivos mecánicos prometían ofrecer nuevas posibilidades tecnologicas ilimitadas. Así que la noción de que la máquina de Kempelen realmente pudiese jugar al Ajedrez no parecía estar totalmente fuera de la realidad. Aún entre los escépticos que insistían que era un fraude, había desacuerdos acerca del como el autómata trabajaba, conduciendo a una serie de reclamos y contra reclamos.  ¿Se trataba de trucos mecánicos, magnetismo o ardid de la mano? ¿Se encontraba un enano, o un niño pequeño o un hombre sin piernas oculto adentro? ¿Era controlado remotamente por un operador en otro cuarto o escondido bajo el piso? Ninguna de las muchas explicaciones suscitadas a través de los años tuvo éxito en llegar a comprender totalmente el secreto de Kempelen y solamente lograron socavar el uno al otro.
Ciertamente, apenas recientemente y estudiando la construcción de una réplica del autómata, el secreto total de su operación ha sido revelado.  Al desear hacer de esta máquina un jugador de Ajedrez, un artilugio aparentemente capaz de razonar, Kempelen provocó un debate vigoroso acerca de hasta donde las máquinas pueden emular o replicar facultades humanas.  El debut de la máquina coincidió con los principios de la revolución industrial, cuando las máquinas por primera vez empezaban a desplazar a los trabajadores humanos  y las relaciones entre la gente y las máquinas se estaban volviendo a definir. El jugador de Ajedrez presentaba un desafío hacia cualquiera que se refugiaba en la idea de que las máquinas podían ser capaces de superar a los humanos físicamente pero no los podría aventajar mentalmente.
Las reacciones que inspiró de tal manera presagiaron reacciones modernas hacia la computadora mas de 200 años despues.  Y la curiosa anécdota del autómata, caminando en una trayectoria paralela junto a la prehistoria de la computación pero conectándose en unos pocos lugares clave, ha adoptado hoy una nueva importancia al continuar los científicos y filósofos el debate en la posibilidad de la inteligencia artificial.  Kempelen nunca le dió un nombre al autómata, pero su característico atuendo oriental dió lugar a un apodo inmediatamente y a la fecha se le conoce como el Turco.  Esta es la historia de su carrera extraordinaria y de altibajos.



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