sábado, 24 de octubre de 2009

COMO CONVERTIRSE DE PESCADO A TIBURON

OCURRIÓ HACE ALGUNOS AÑOS....
Me encontraba en Jr. Azángaro (centro de Lima) sacando copias de un libro de ejercicios que iba a distribuir en el taller de ajedrez. Como iban a ser 20 juegos de copias se demorarían mas de 3 horas. ¿Qué hacer para matar el tiempo mientras tanto?. Decidí darme una vuelta por la Plaza Francia a ver algun libro de ajedrez y quizás hasta jugar una partida.

El “amigo X“ (hasta hoy no se cual es su nombre) tiene su puesto de alquiler de mesas de ajedrez y venta de libros en lo que antiguamente sería una discoteca. De hecho las mesas se encuentran en la pista de baile, en el sótano, mientras que el “amigo X” se encuentra arriba en la puerta de calle ofreciendo sus libros de ajedrez y también retando a cualquier desconocido que husmee por allí. Hasta allí fui yo.
-          ¿Usted da clases de ajedrez? – inquirí
-          Si y cobro esto y lo otro por cada hora - contestó
-          Umm...¿Y qué precio tiene este libro de Pachmann? – pregunté
-          quince soles  -
-          Es un buen libro de aperturas – le dije – ¿Y que tal este del Torneo de Zurich?

A cada respuesta de “tiene tal precio” yo agregaba “hoy no se consiguen libros así”, “contiene partidas ejemplares”, “este es el que he buscado hace tiempo” y así por el estilo, dando evidencias de que era un ávido lector de libros de ajedrez.

De repente el “amigo X” me dijo
-          ¿Jugamos una partida? -
-           Bueno pues – contesté adoptando una actitud temerosa, como alguien muy poco versado en la práctica del juego.
-          Pero tiene que ser apostando – Y agregó – Que sea un sol
-          ¿No puede ser 50 céntimos? – le  dije
-          De menos de 1 sol no apuesto-

La primera partida la jugué a cambiar piezas, en cada jugada hacía como que dudara de mis propios movimientos. Gané un peón y luego la partida.

-          Mucho piensas – dijo protestando y me dió 1 sol. No le contesté nada.

La segunda partida la jugué "a la táctica", pensando lo necesario para realizar una que otra combinación. Gané dos piezas menores y al poco rato la partida.

-          Te demoras mucho para pensar – refunfuñó pagandome 1 sol. No dije nada.

La tercera partida, la jugué aflojando lo necesario para que durase mas movimientos. Llegando a un interesante final de alfiles de diferente color me dijo:

-          Los finales de alfiles de diferente color no se pueden ganar  -
-          Este si podré ganarlo- contesté y al cabo de unas maniobras con el rey dejé en zugzwang a mi rival. Gané
-          ¡Tienes que jugar sin demorarte! – dijo ya enojado
-          El ajedrez es para pensar y encontrar buenas jugadas lleva su tiempo –  dije con calma
-          ¡Voy a jugarte con tiempo y vas a ver como cambian las cosas! -  Y sacando un reloj de ajedrez  puso 10 minutos para cada uno. -¡Y que sea ahora 2 soles la apuesta! – añadió ya casi gritando. Sonreí sin decir nada.

La cuarta y la quinta partida las jugué a los “lances” y las gané. Lejos de admitir que yo jugaba mejor que él contestó:

-          Ya sé. Jugaremos a 5 minutos. ¡Y que sean 3 soles la apuesta!

Como ustedes podrán imaginarse seguí ganandole las partidas. Durante la última dijo ya amargo:

-          ¡Hay algunos que vienen con cara de pescados pero son tremendos tiburones!

Solté una carcajada. Cuando me pagó la apuesta de la última partida me dijo:

-          ¡Usted me dijo que no sabía jugar ajedrez!
-          ¿Yo dije eso? – contesté asombrado por su afirmación. Y añadí – ¿No se dió cuenta que tengo conocimiento de los libros de ajedrez que usted ofrece y por lo tanto algunas cosas las haría bien durante las partidas que hemos jugado?

Pero seguía protestando. Yo me aproveché de él. Yo era un desgraciado. Yo le estaba robando su sustento diario... etc.

Entonces fui yo quien se enojó y dije: - Tenga su dinero.. No me interesa, yo solo venía a pasar el tiempo...-


Y me fui.

Al cabo de 2 semanas regresé pues de todas maneras había un libro en el que yo estaba interesado en comprarle. Grande fue mi sorpresa cuando ‘X’ no me reconoció. Le pregunté:

-          ¿Se acuerda de mí? ... Hace 2 semanas jugamos  un match...
-          Ya me estoy acordando.... usted me dijo que no sabía jugar ajedrez... no era justo que ud. se llevará así de fácil mi dinero...

Sonreí. Tome el libro y le dí al señor ‘X’ los 15 soles que costaba. Cuando daba media vuelta para retirarme escuché:

- ¿Jugamos otro match?... a solcito nomás....


De pescado...



  
...a tiburón (!!)



3 comentarios: